La fotografía de fondo, pertenece al álbum "Puertas"; de la fotógrafa María Noel Luna.

martes, 14 de abril de 2015

La Asociación Síndrome de Down de Burgos, con motivo de celebrar el 30º aniversario de su creación, convocó el I Concurso de relatos para hermanos y abuelos de personas con síndrome de Down. El jurado estuvo compuesto por Almudena Sanz, Care Santos, Gustavo Martín Garzo, Herbert Morote, José María Merino, Leandro Pérez, Óscar esquivias y Rodrigo Pérez Barredo. Este relato, obtuvo el segundo premio en la catergoría  abuelos.


Suecia 2004


Esta tarde, Joaquín me explicaba que no se llama bolsa como yo se lo dije, que eso es un marsupio, y que allí adentro, los canguros bebés, no son más que una uva. Que el mamut, no es un elefante, que hay que mirar bien, las orejas más cortas, los colmillos más largos, que hay machos, y que también hay   hembras. Que si a quince le sumamos quince, nos van a quedar treinta, me habló con entusiasmo de herbívoros,  mamíferos, que no todo es lo mismo, ¿tú me entiendes abuela?
Si, si, ¡claro que entiendo!, le dije, perdiéndome en sus ojos estrellados que aprobaban felices mi respuesta.
Motivos suficientes para volver a verme en un abril de asombros, en un país distinto, con lenguas diferentes, con el sol siempre oculto, con historias de exilios, con bosques encantados por leyendas y nieves.
Supimos que era un niño, su peso, las medidas, el tiempo que restaba para su alumbramiento, solo inquietaba en algo un reciente pronóstico; parece que una válvula del corazón, no cierra.
 Sus padres eligieron para él, dos nombres, su madre, andaba y desandaba el camino que rodeaba la casa, se reía y lloraba, su padre, rellenaba los bolsos con música y lectura que pudieran servirle para engañar la espera.
Era casi la noche cuando los dos se fueron, desde los ventanales les tirábamos besos, les deseábamos suerte, los vimos alejarse y yo, sentí mucha tristeza.
Quisimos mantenernos despiertos, hasta oír el aviso, hasta saber del llanto que respira, del que a todo pulmón, anuncia el nacimiento. Antes que se acabara el día, el veintiocho,  en silencio, peleando su lugar, Joaquín, con síndrome de Down, vino a la vida.
 Dos hermanos felices de saberlo, el resto, sacudidos, contentos, preocupados.
Así, como si nada, como si la familia estuviera preparada, como si algo supiéramos al respecto, como si lo mereciéramos, (¡que horrible, eso pensamos!) inocente,  llegó nuestro chinito.
El periplo fue largo, navegamos por lágrimas de sal, por sinfines de  miedos, por mares de preguntas sin respuestas, hasta que Joaco, con su risa, su mirada rasgada, con sus ganas y aliento, bendito,  nos hizo comprender que no cabían, que no había lugar para otros sentimientos, que no fueran de amor y de esperanzas.
Así llegamos, a este otoño uruguayo, a puro abrazo y canto, a puro corazón, a toda prisa.
 Once años después, hablamos con Joaquín, de animales, de selvas, de sumas y de restas, escribimos poemas y leemos, y sabemos que hoy, es el futuro.

Y lo mejor de todo, es que creemos, que no sería posible el bosque, si tuvieran sus pájaros, un único color y el mismo canto.
Libro 21 Vidas,  donde está publicado este relato

miércoles, 8 de abril de 2015

Mujer de diciembre


Una mujer vestida de silencios, atraviesa la luz de esta mañana.
La conozco.
Gimiendo entre sus manos; enorme un corazón latiendo, que sostiene.
Hunde los pasos fatigados en cenizas de hogueras, sus pies se parecen a los
míos.
Danzan extenuados y largamente débiles los senos, agrietados por cinco hijos
hambrientos.
Mi piel se eriza, confundida.
Carga gotas de río en sus pupilas, que impactan en mis dudas y rompen en
cascadas.
Sus ojos son iguales a los míos.
Perplejos los reproches, mezquinos, tan fuera de tiempo, le sonríen.
Ahora; que quieren inventarla la punta de mis dedos,
ella se vuelve espejo, metáfora, persiana.

Esa mujer es música, es huérfana, es mi madre.


Anaclara musicando




Participación en un encuentro de talleres literarios que organiza el profesor Lauro Marauda, y que funciona en el Mercado Agrícola Montevideo (MAM). Junio de 2015


Compartiendo con Anaclara, nieta mía.

martes, 7 de abril de 2015

Perdida



Con fríos de otro invierno y en harapos,
sin una sola esquina,
años abajo,
me paro a pocas cuadras y a dos manos,
atrapo una esperanza
con resabios de flores,
con aliento a pasado,
con un par de pestañas
clavadas en el rostro.


Lectura y canto, con Ethel Afamado , 1 de Octubre de 2015
FIL , Montevideo